martes, 11 de enero de 2011

HAITÍ, año uno

 Las desgracias nunca llegan en buen momento, pero el terremoto de Haití, que mató a cerca de trescientas mil personas y del que ahora se cumple un año, parece que acaeció en la peor de las coyunturas posibles, con un mundo enfrascado en asuntos más importantes que tratar. Y el caso es que en un principio dio la impresión de que los líderes mundiales se prestaron a actuar con rapidez y parecía que, por fin, la Humanidad entera, venciendo las perezas de ocasiones anteriores, se volcaba en reconstruir lo que quedaba del país más pobre de América. Era preciso, sobre todo,  actuar con urgencia, pues la delicada situación lo requería.
    Algunos responsables de Cruz Roja y otras ONG manifiestan que el despliegue humanitario ha sido el más importante de la historia, superando la intervención en el tsunami de Indonesia. Cascos Azules de la ONU se desplegaron para organizar y coordinar la logística de ayuda.   Pero ¿qué otras cosas han sucedido en estos 12 meses? Veamos: de las ayudas millonarias comprometidas por la comunidad internacional solo se ha desembolsado el 18%. En EEUU, 920 millones de dólares están bloqueados en el Congreso por ¡problemas burocráticos! Y la Unión Europea solo ha enviado el 35% de la ayuda comprometida. Los damnificados que perdieron sus casas, unos dos millones de personas, se hacinan todavía en campamentos de tiendas y chabolas con pésimas condiciones sanitarias, a pesar del esfuerzo de los cooperantes, y ha aflorado una epidemia de cólera que está haciendo aumentar las víctimas de esta tragedia, dicen, hasta 400.000 más. Los niños mueren en la calle y ahí se quedan. Un auténtico caos humanitario que no han podido remediar los contingentes desplazados. A todo esto hemos de añadir la crisis política y la corrupción que reina en este verdadero estado fallido haitiano, pues se supone que parte de los fondos recibidos han sido desviados fraudulentamente.
     Ante este panorama, ya he leído por ahí manifestaciones de algún “experto” en el sentido de que la reconstrucción de Haití es cuestión de “más de veinte años”. Nos ha fastidiado; para ese viaje no hacían falta tantas alforjas. Ni tantas prisas. Ahora mismo ignoro si, dándose estas circunstancias graves y excepcionales, una intervención militar conjunta de carácter humanitario y con acuerdo de la ONU sería la solución; o está por encima siempre el derecho internacional y la soberanía de los territorios, aunque estén en el más absoluto de los desgobiernos. Al cumplirse este primer aniversario, el papa Benedicto XVI se ha aprestado a enviar a los haitianos "un pensamiento especial". Aunque estos pensamientos especiales llegaran allí con mayor fluidez que las ayudas materiales, me temo que no serían muy operativos para sacarlos de la situación en la que se encuentran. Y lo cierto es que cuando siete mil millones de habitantes no son capaces de ayudar adecuadamente a un puñado de congéneres necesitados, todos hemos fracasado, incluidos quienes aportamos un donativo para acallar las conciencias.

2 comentarios :

  1. Si, en lugar de una catástrofe humana por causas naturales, hubiese ocurrido otra catástrofe como es la guerra, ya se hubiesen movilizado todo tipo de medios que en olor de las futuras ganancias que se generasen. Una pena, verdad

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  2. Es posible. Aunque también hay guerras ocultas; en Africa intervienen soterradamente muchos paises en guerras locales facilitando armamento y logística a las facciones en conflicto: Francia, China, Arabia Saudí..., pero se cuidan muy mucho de que transcienda para no perjudicar su prestigio. Es la otra cara de la movilización, que busca réditos económicos. Claro que es una pena.

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