martes, 25 de enero de 2011

Amnesia histórica

     Todo esto de la memoria histórica me está haciendo recordar lejanas clases en la universidad, donde leíamos escritos de personas aquejadas de diversas psicopatologías en las funciones  mnémicas. Estaba, por ejemplo, en síndrome de Korsakoff, donde el paciente rellenaba compulsivamente las lagunas de la memoria mediante confabulaciones. En trastornos más graves se podía perder incluso la biografía, la cronología y la conexión de sentido de la propia línea evolutiva de las cosas.
    Es evidente que las leyes se promulgan para ser cumplidas. Más complicado es identificar adecuadamente el sentido y la intencionalidad de las normas y especialmente los espacios de flexibilidad que conviven en los artículos de una ley como la de la Memoria Histórica. Porque, por ejemplo, al amparo de dicha ley, en Alicante pretendieron eliminar el nombre de la calle Luceros porque “hace honor a una estrofa del Cara al Sol”, por no citar la retirada de un escudo de los Reyes Católicos  en Cáceres por creer que ensalzaba a la dictadura, que hizo de nuevo flotar en el ambiente el espíritu del cabo Piris.   Esto viene a cuento de las obras para eliminar el escudo preconstitucional de España, labrado en 1958, que preside el edificio de la Audiencia Territorial de Cáceres. Dos de los mayores artistas de reconocimiento internacional que ha dado Extremadura, como Juan de Ávalos y Enrique Pérez Comendador, autor de este escudo de ejecución magnífica, tuvieron la desgracia de desarrollar parte de su meritoria obra en la segunda mitad del siglo XX, por ello sus creaciones son “franquistas” y candidatas a ser retiradas u ocultadas. Siguiendo con los trastornos de la memoria, la hipermnesia es una intensificación de la capacidad para rememorar que suele darse en estados febriles. Por lo visto, todo el que pasa por la fachada de la Audiencia (un 90% de la población ignora la existencia del escudo) se siente súbitamente agredido y evoca en toda su intensidad la exaltación del levantamiento militar, la Guerra Civil y la represión de la dictadura.
    Pesan más las razones compulsivas para borrar episodios de la memoria que el  alto valor histórico-artístico de las piezas a eliminar, a pesar de que la propia Ley establece esta circunstancia como excepción. La Historia  ha llegado a ser definida como “ciencia de la memoria”, pero lejos de intentar recuperar la memoria colectiva, que sería lo ideal para abrir espacios de debate, se pretende borrar por completo una parte de la Historia de España, sea la que sea, implantando la “damnatio memoriae” romana, que prohibía incluso pronunciar el nombre del enemigo. Creo que los sobrinos de Hitler  se esterilizaron para que ninguno de sus hijos fuese a sacar los genes de su tío. Pues esta finalidad parece tener esta interpretación  de la Ley de la Memoria Histórica al talibanizar su esencia: convertir la memoria en patológica y desvirtuar la Historia como ciencia con un uso político. La ley debe devolver la dignidad a todos los represaliados por el franquismo y a sus familias, por supuesto, y en ello se pone todo empeño. Pero esto no es incompatible con el respeto a un Patrimonio que se asienta y surge de las propias vicisitudes históricas, aunque la cercanía de los hechos nos disguste.





martes, 18 de enero de 2011

Cáceres se mueve

     Si alguien ha suspendido alguna vez unas oposiciones (o ha aprobado sin plaza, que ahora se lleva mucho), conocerá el sabor que tiene el sentimiento de desánimo y el ruido que hacen las ilusiones cuando caen con estrépito llevándose consigo los proyectos que se habían planeado durante largos meses de trabajo. La sorpresiva eliminación de la candidatura cacereña para ser sede de la Capital Europea de la Cultura en 2016, que nos dejó a todos en estado de shock,  podría haber llevado a la ciudad a caer en una fase de postración proclive a vivir esos periodos prolongados de languidez improductiva que suelen suceder a un fracaso.
   Sin embargo, parece que las frustraciones intrahistóricas sufridas a lo largo de los siglos han creado en sus habitantes un callo filogenético que aporta una sorprendente inmunidad ante el desengaño y al abatimiento. Como una pujante Qázrix surgida de las ruinas de la extinta Norba, tan solo tres meses después del varapalo del jurado internacional que dejó en la cuneta las aspiraciones continentales de Cáceres en relación a la cultura, se ha destapado otra vez ese receptáculo mágico que deja de nuevo escapar las fragancias de la ilusión con renovados aromas de vanguardia. Quienes concurrieran la pasada semana a un abarrotado Auditorio del Conventual San Francisco para asistir a la presentación del proyecto “Cáceres Creativa” habrán advertido que, en efecto, algo se mueve en el sentimiento de los cacereños, como un inconformismo ya beligerante ante la adversidad. Porque, además de numerosa, no fue una asistencia monocorde como estamos acostumbrados a ver según el evento a presentar. Hay actos con mayoría friki; conferencias para pensionistas o exposiciones para culturetas. Pero pocas veces el contenido de un proyecto interesa a toda una ciudad representada masivamente por jóvenes universitarios, emprendedores, empresarios, gentes de la cultura, la tecnología  y de distintos ámbitos profesionales. Cuando una población se compromete con su futuro estamos hablando de una ciudad viva que tarde o temprano escalará posiciones en los rankings que se proponga.
     Se pone así de manifiesto que para transformar una ciudad no es necesario que concurra la excusa de un gran evento de masas como una olimpiada, una expo o una capitalidad internacional, cosas que pueden no llegar nunca. Se presenta, pues, una bonita oportunidad de conjugar un pasado notorio, cuyos vestigios son patrimonio de toda la Humanidad, con el impulso tecnológico e innovador que lleve a esta ciudad a superar un importante reto: acometer actuaciones urbanas de calado sin merma de una sostenibilidad que todos exigiremos como prerrequisito insoslayable. El futuro está ahí: en las industrias creativas, en la tecnología de la información y el conocimiento. El primer paso para ese futuro se ha dado. Corresponde ahora a quienes vegetamos en el presente no estropearlo, canalizando las aguas de borrajas lejos, hacia  los infiernos de la dejadez.

martes, 11 de enero de 2011

HAITÍ, año uno

 Las desgracias nunca llegan en buen momento, pero el terremoto de Haití, que mató a cerca de trescientas mil personas y del que ahora se cumple un año, parece que acaeció en la peor de las coyunturas posibles, con un mundo enfrascado en asuntos más importantes que tratar. Y el caso es que en un principio dio la impresión de que los líderes mundiales se prestaron a actuar con rapidez y parecía que, por fin, la Humanidad entera, venciendo las perezas de ocasiones anteriores, se volcaba en reconstruir lo que quedaba del país más pobre de América. Era preciso, sobre todo,  actuar con urgencia, pues la delicada situación lo requería.
    Algunos responsables de Cruz Roja y otras ONG manifiestan que el despliegue humanitario ha sido el más importante de la historia, superando la intervención en el tsunami de Indonesia. Cascos Azules de la ONU se desplegaron para organizar y coordinar la logística de ayuda.   Pero ¿qué otras cosas han sucedido en estos 12 meses? Veamos: de las ayudas millonarias comprometidas por la comunidad internacional solo se ha desembolsado el 18%. En EEUU, 920 millones de dólares están bloqueados en el Congreso por ¡problemas burocráticos! Y la Unión Europea solo ha enviado el 35% de la ayuda comprometida. Los damnificados que perdieron sus casas, unos dos millones de personas, se hacinan todavía en campamentos de tiendas y chabolas con pésimas condiciones sanitarias, a pesar del esfuerzo de los cooperantes, y ha aflorado una epidemia de cólera que está haciendo aumentar las víctimas de esta tragedia, dicen, hasta 400.000 más. Los niños mueren en la calle y ahí se quedan. Un auténtico caos humanitario que no han podido remediar los contingentes desplazados. A todo esto hemos de añadir la crisis política y la corrupción que reina en este verdadero estado fallido haitiano, pues se supone que parte de los fondos recibidos han sido desviados fraudulentamente.
     Ante este panorama, ya he leído por ahí manifestaciones de algún “experto” en el sentido de que la reconstrucción de Haití es cuestión de “más de veinte años”. Nos ha fastidiado; para ese viaje no hacían falta tantas alforjas. Ni tantas prisas. Ahora mismo ignoro si, dándose estas circunstancias graves y excepcionales, una intervención militar conjunta de carácter humanitario y con acuerdo de la ONU sería la solución; o está por encima siempre el derecho internacional y la soberanía de los territorios, aunque estén en el más absoluto de los desgobiernos. Al cumplirse este primer aniversario, el papa Benedicto XVI se ha aprestado a enviar a los haitianos "un pensamiento especial". Aunque estos pensamientos especiales llegaran allí con mayor fluidez que las ayudas materiales, me temo que no serían muy operativos para sacarlos de la situación en la que se encuentran. Y lo cierto es que cuando siete mil millones de habitantes no son capaces de ayudar adecuadamente a un puñado de congéneres necesitados, todos hemos fracasado, incluidos quienes aportamos un donativo para acallar las conciencias.

miércoles, 5 de enero de 2011

A Gabriel y Galán, in memoriam

Si vieras las cosas que icin
de tí en estos días los papelis...
Debías levantal la mollera
mirando por la rendijina
de la tu losa en el Guijo.

Vel ahí asina tu tierra
que ya paeci otra.
Toa llenita de cochis
que pasan zumbando depriesa.
Naide tié ya jambre, to el mundo calzao.
Máquinas que dan mieo
jaciendo el trabajo corrío
que antaño mataba los hombris
de puro cansao.
Los pueblos son tos nuevecitos
y ya sin nenguna casina
d’esas que no tien candela.
Tampocu se ven las gallinas
corriendo la calle p’arriba,
ni sachus ni jocis he vistu
ni mulos camino a las eras
ni mozas cantándole al Cristu.
Debías levantal la mollera
mirando por la rendijina
de la tu losa en el Guijo:

Ahora tenemos bandera,
orgullo de to lo extremeñu,
gobernando pa lo nuestru
y pueblos con página güel.
Los mozos tos jazen carrera,
los viejos ya saben leel.


                 II

   Pero tamién hay hogaño cosinas
un poco jodías de entendel:
La genti se pone ahora
cacharrinos en la oreja
pa palral dende mu lejus
las bobás que se le ocurrin
y pagan por esu perras.

Hay muchos ya medio jembras
d’aquellos que te giedían
que van agarraos del pescuezu
jincando en sus morros un besu
camino a la vicaría.
Mujeris que no han visto enaguas
con santos pintaos en la teta,
con yerrinos p’al ombligu
y alfileris en la jeta.

La genti se juma venenu
y se meten p’adentro jeringas
queando loquitos perdíos.
Dende que tú mos dejastis
millonis han muertu en las guerras:
p'aquí la tuvimos mu cerca,
que entoavía me s’acuerda.
Algunos no quierin España,
que era pa dale dos lechis:
lo ice ese tal Ibarrechi
con el jocico tupío.

No levantis ya la mollera
porque es pa volvela a jincal.
Y tapa la rendijina
de la tu losa en el Guijo,
maestro Gabriel y Galán.

martes, 4 de enero de 2011

Bajar los humos

      Recuerdo que cuando en 1992 entró en vigor la obligatoriedad de llevar puesto el cinturón de seguridad al volante, no fueron pocos quienes pusieron el grito en el cielo ante esta nueva imposición, exhibiendo esa visión de la libertad tan española cuando las leyes obligan bajo sanción dañando la comodidad de la costumbre: “mi vida es mía, si me mato, me mato yo”. Por lo visto no contemplaban la posibilidad de quedar parapléjicos, por ejemplo, ni calculaban las repercusiones sociales, médicas, económicas y familiares que conlleva la siniestralidad vial en general, que se ha reducido espectacularmente gracias a lo del cinturón y otra serie de medidas. Aunque en principio se actúe más por miedo a la sanción que por conciencia de peligro, ahí están las cifras, y ya vemos normal llevarlo puesto incluso en ciudad.
     Estamos ahora en una situación parecida desde la reciente entrada en vigor de la llamada “Ley Antitabaco”. Me atrevería a decir que ante una prohibición aún más justificada que la de circular sin cinturón de seguridad, pues si bien tener un 50% más de posibilidades de morir en caso de accidente no compromete la salud ajena, no ocurre así con el tabaco, como es bien sabido. No faltan fumadores que amparados en asociaciones que defienden su derecho a fumar donde lo han hecho siempre, claman nuevamente ante esta “inquisición antitabaco” aduciendo otra vez esa particular y peregrina perspectiva del asunto:”el cáncer de pulmón es mío”. Como exfumador con más de diez años de trayectoria sin humo propio, veo injustificable y pueril estos argumentos. Se apela también a la crisis económica y a un supuesto descenso en los beneficios de la hostelería. Si bien es cierto que habrá quien deje de acudir a los bares, sospecho que también habrá quien regrese a ellos, que desertaron por no querer respirar el humo ajeno. En todo caso, ahora estamos hablando de 56.000 muertos al año en España como consecuencia directa del tabaquismo activo o pasivo: veinticinco veces más que las víctimas mortales por accidente de carretera. Pongamos una balanza y decidamos qué pesa más. Reflexionemos sobre quién tiene derecho a decidir sobre la salud de los demás y a quién compete preservar y proteger la salud colectiva. Ya sabemos que todas las medidas coercitivas generan incomodidad y rechazo al principio, pero ¿se acuerdan de cómo se ponían las aulas de humo cuando estaba permitido fumar allí? ¿O cómo estaba el mismísimo Congreso con el puro de Santiago Carrillo y los cigarrillos de la mitad de diputados? Estamos ante un tema educacional que llevará algún tiempo hasta que se vea normal no fumar en espacios públicos cerrados; la repercusión de esta ley en los bares que frecuento y su implantación está siendo modélica. Al final -estoy seguro- cambiaremos de nuevo de actitud y todos saldremos ganando. Pero ¿qué es lo más inteligente? Dejar el tabaco, y ahora hay una nueva oportunidad.