martes, 21 de febrero de 2012

Agencias de calificación

     Los dictámenes sumarísimos de los Standard & Poor's, los Moody's y los Fitch de las narices ya me están encrespando la moral, por no usar otros términos más propios de Pérez Reverte. Cuándo se ha visto que profesores de la universidad de Pensilvania, pongamos por caso, decidan desde sus despachos neoyorquinos qué asignaturas tienen que repetir los alumnos de la universidad de Murcia, basándose en quién sabe qué parámetros o patochadas. Porque la fiabilidad de estas agencias de rating es como quieras; baste recordar que Lehman Brothers gozaba de una calificación envidiable el día antes del crash que nos ha llevado a todos a la mierda, y de igual forma se tragaron la bancarrota de Enron, sin detectar problema alguno. El hecho de que ninguna agencia perteneciente a este oligopolio mundial fuera capaz de predecir la crisis de 2008 pone en cuestión toda la parafernalia posterior que estamos sufriendo.
La privatización de las tareas de control y regulación que antes hacían los estados nos ha llevado a una nueva tiranía: el mundo entero baila al son de esas temidas calificaciones con una impunidad que es de extrañar que permita por más tiempo la soberanía de los países. Si Europa fuera una comunidad supranacional como Dios manda, hace tiempo que tendríamos una agencia de calificación propia, y no dependeríamos de los dictámenes sesgados de agencias estadounidenses que lo único que pretenden es afianzar  al dólar como moneda de reserva mundial, ante la amenaza del euro. Si no nos ponemos de acuerdo en estas cosas, el sueño de Erasmo se desvanecerá ahogado por las fronteras que se trata de borrar. De todas formas, me extraña que a la Merkel no se le hayan hinchado ya los ovarios de aguantar este despotismo econométrico de tan oscuros intereses. Hay países, como la vecina Portugal, que están haciendo ímprobos esfuerzos por levantarse, y sería de esperar una actuación responsable y rigurosa de los observadores para apoyar ese brío póstumo para evitar el desastre; pero si vienen estos iluminados y califican inmisericordemente su deuda como “bono basura” es como si con esta criminalización económica les pisaran el pescuezo para que definitivamente coman tierra; esta es, a la vista está, la contribución de estas agencias al arreglo de las coyunturas macroeconómicas. En este mundo hay cosas que se han ido de las manos, y esta es una de ellas, de las más impúdicas e inmorales. Los clientes de estas agencias privadas pagan altísimas cuotas para “salir” con buena nota, de manera que son calificados con AAA ante el temor de que dejen de pagar y se les acabe el chollo. De aquí partió la crisis que padecemos. En fin, como sentencia Paulo Coelho, entendemos que la mentira es engaño y la verdad no. Pero a nosotros nos están engañando las dos. Así nos va.

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