miércoles, 26 de octubre de 2016

La demografía que viene



¿Dónde estaremos en el año 2066? Algunos de los que estas líneas leyeren, en un sitio que yo me sé. Pero el resto, quienes todavía estén en este valle de lágrimas, configurarán una población con unas características muy diferentes a las actuales. Hablamos de España y de Extremadura, a la vista de los últimos cálculos del INE sobre evolución demográfica. Las previsiones estadísticas referidas a tendencias demográficas tienen la rara virtud de cumplirse incluso en plazos  largos, porque es muy difícil, por no decir imposible, que la población cambie parámetros –como la tasa de natalidad- en pocos años.
Se dice que los niños que nacen hoy vivirán 100 años, por el avance social y médico que permite aumentar la esperanza de vida; pero es una incógnita, además de una patata caliente que nadie quiere mantener en su mano, qué va a pasar con los sistemas asistenciales y retributivos para una creciente población pasiva que alcanzará dentro de cincuenta años niveles insostenibles. Los habitantes totales merman y se augura con claridad un panorama sombrío con menos cotizantes y más jubilados. Si la hucha de las pensiones se va a agotar el año que viene, imagínense dentro de cinco décadas…
     Dentro de ese tiempo, en el país más envejecido del mundo, el ámbito rural extremeño se habrá convertido en un enorme geriátrico y habrán desaparecido por despoblamiento muchas pequeñas localidades del norte de Extremadura; en el resto, la mayor parte de sus habitantes serán pensionistas, viviendo solos un alto porcentaje de ellos. Esto ya ocurre. En los pueblos, además del problema demográfico tendencial, tienen el añadido del desarraigo y el abandono por parte de los jóvenes por falta de expectativas.
Sobre esto se ha debatido recientemente y se ha firmado la Declaración de Montánchez, que es un punto de partida interesante, aunque todavía muy embrionario, para la toma de decisiones políticas que emanen de instituciones y organismos (desde diputaciones a Bruselas) para potenciar el desarrollo rural y mitigar el descenso de población. Porque si no, las principales infraestructuras sociales de los pueblos serán en el futuro residencias, centros de día y ambulatorios médicos, y en las carreteras las ambulancias superarán ampliamente a los tractores.
     Con esto de la población pasa algo parecido a lo del cambio climático: hay una gran insolidaridad con las generaciones venideras, pues los cálculos apuntan a un grave problema y existe el convencimiento de que si no hacemos algo la situación empeorará, pero se vive el día a día con una gran reticencia a cambiar estructuras y modos de actuar. El que venga detrás que arree. Las reuniones  internacionales para afrontar el problema medioambiental suelen terminar en semifiasco.
Y respecto a la demografía, las cumbres globales que también tienen lugar no incorporan todavía soluciones ni políticas de obligado cumplimiento que cambien las tozudas tendencias poblacionales que nos conducen a un envejecimiento irreversible. Aquí todavía estamos en el nivel de la concienciación, pero no se ha pasado a la necesaria y urgente acción. En tiempos de Malthus el problema no era el envejecimiento, pero si levantara la cabeza  tal vez nos aconsejara un nuevo “baby boom” en el siglo XXI. Yo ya estoy algo mayor, pero me apunto.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Las apachetas del PSOE



Quienes practicamos con asiduidad senderismo nos hemos acostumbrado a ver de un tiempo a esta parte unos montoncitos de piedras en los márgenes de los senderos o en lugares de descanso que los excursionistas levantan –a veces en equilibrio inverosímil- con finalidades poco claras y por mimetismo con otras regiones terrestres, donde es costumbre desde tiempo inmemorial. En el altiplano andino se llaman apachetas, los anglosajones las denominan cairns y en Galicia son milladoiros. En castellano no existe un nombre específico, tal vez hitos.


     En la senda de la etapa democrática, el PSOE ha marcado una serie de hitos firmes  solo empañados por las corruptelas y las crisis económicas. La reconversión industrial de los años ochenta, con todo el dolor que causó, fue un ajuste necesario para modernizar un sistema productivo ruinoso anclado en el pasado. Las bases para una sanidad y educación universales son otro hito destacable, como también lo es la estructura actual del sistema de pensiones y el paso significativo dado en igualdad de género, así como la que afecta a otros colectivos tradicionalmente  mudos que ahora pueden expresarse libremente bajo la bandera arcoíris, y que simbolizan el impulso de las libertades
. Logros como la entrada en la UE y en las instituciones europeas tuvieron lugar también bajo el mandato socialista. Si se habla de transición política, al PSOE correspondió la ineludible transición social que nos equipararía al resto de los pueblos de Europa, labor continuada por la alternancia conservadora con sus matices ideológicos.

     El actual movimiento sísmico con epicentro en Ferraz podrá ocultar momentáneamente el camino a seguir y arrojar dudas sobre la trayectoria correcta. Podrá dejar cadáveres políticos esparcidos por los márgenes de la senda. Podrá hacer pensar a ciertos caminantes que es mejor cambiar de ruta… Pero como si se tratara de una sacudida telúrica selectiva,  no debería hacer tambalear esas apachetas sociales levantadas con pulso desde hace décadas, donde cada viajero que transitaba añadía  con cuidado una piedra como testimonio de su paso y continuación de una tarea común. El bagaje positivo socialista -porque también tiene sombras- debe quedar al margen de terremotos imprevisibles. El PSOE  ha sido y debe ser  algo más que una coyuntura problemática puntual con unos dirigentes puntuales.
Lo circunstancial pasa. Para poner de manifiesto esta realidad que reafirma lo transcendente, le conviene –y mucho- un periodo de reflexión, “costura” y catarsis, una vez vista la quimera de una alternativa viable; y esto solo puede tener lugar en la oposición, como un alojamiento benedictino, donde lo han colocado los ciudadanos (como otras veces, no pasa nada); ahí puede conservar como oro en paño y hacer valer sus 85 diputados actuales para coadyuvar a frenar  las ambiciosas políticas restrictivas de un gobierno en minoría azuzado por Europa. Lo contrario – el mantra “no es no”- sería un empecinamiento ciego: en política no siempre lo que pide el cuerpo hacer resulta lo más inteligente. En este caso esa negativa socialista contribuirá a patentizar una irrelevancia sobrevenida porque su propio terremoto autoinducido puede hacer caer, piedra a piedra, los hitos de una centenaria historia. En caso de eventuales elecciones el “sorpasso” puede ser mera anécdota ¿Qué fue del PASOK griego?

miércoles, 12 de octubre de 2016

Oposiciones



     Soy funcionario (ahora en excedencia) por oposición, aunque en la vida he hecho otras cosas. Con 19 años una tarde otoñal tomaba el Lusitania Exprés que me dejaría tras cinco horas y media en Atocha, cargado con una máquina de escribir; era la prueba final, para mostrar las destrezas mecanográficas exigidas. Dormí en una pensión barata en los aledaños de la Puerta del Sol, de aquellas con crujiente piso de madera, en habitación compartida con un maletilla sonámbulo de Córdoba, lo recuerdo. Al día siguiente recalábamos miles de opositores de la España centralista y menos mal que no se suspendió la prueba por “irregularidades”.


     El sistema de oposiciones para acceder a la Función Pública, siempre que se garanticen esos ya tópicos principos de igualdad, mérito y capacidad se ha demostrado el mejor y está instaurado desde mediados del siglo XIX. Con Alfonso XIII se consolida además la inamobilidad (eliminando las cesantías). Sin embargo las oposiciones siempre han estado revestidas de un halo de sospecha y desconfianza, cargándose tradicionalmente las tintas en los enchufes, los chanchullos y los enjuagues. Es injusto.


     Si revisamos someramente las hemerotecas, en Extremadura en los últimos años se han producido variadas incidencias en este sistema de acceso que ayudan a mantener su leyenda negra; desde tener que repetir una prueba por las múltiples impugnaciones de los opositores hasta anular la oposición entera teniendo que intervenir los tribunales de justicia (Enfermería del SES). Desde categorías de camarero-limpiador hasta psicólogos y economistas. Desde denunciarse “íntima relación amistosa” de un opositor con el tribunal (caso Mejuto) hasta “ememistad manifiesta” (FP de Mérida).
Entre medias, un rosario de impugnaciones, sentencias y recursos que lo único que hacen es retrasar y judiacializar los procesos, crear agravios comparativos y sumir a los sufridos opositores en el desánimo y la impotencia, ya de por sí amplificadas por el nivel de desempleo y las famosas tasas de reposición. La perla ha sido recientemente tener que suspender un examen ¡porque faltaban las hojas pares! (ATS-DUE). Es bochornoso que existan por ahí asambleas de afectados y plataformas en redes sociales de tal o cual oposición, lo cual es síntoma de que las cosas se están haciendo muy mal y está cundiendo el convencimiento de que la  Administración Autonómica, lejos de garantizar la limpieza y el orden en los procesos selectivos, está contribuyendo a su descrédito. No me refiero en exclusiva a las actuales consejerías: la alternancia PP-PSOE en el gobierno regional ha propiciado esa guerra para desprestigiar al contrario siempre con el pobre argumento de que las oposiciones irregulares se convocaron bajo el mandato del otro.


     Hay que valorar la reciente aprobación en la Asamblea extremeña de una Propuesta de Impulso con varias medidas para mejorar los procesos selectivos, pero me llama la atención que se exhiba como un gran logro garantista “la suspensión de manera provisional de aquellos procesos en los que se han denunciado irregularidades”. A mí me parece que lo que hay que evitar son precisamente esas suspensiones y luchar denodadamente contra la incompetencia que las provoca. Si el mal emana de la ineptitud de algunos tribunales, buenas ganas que existan después todas las garantías jurídicas imaginables. La chapuza ya está hecha.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Manuela Chavero



   Hoy no voy a hablar de Génova ni Ferraz, ni de Puigdemont ni de la corrupción. En estos asuntos no hay comprometida ninguna vida, solo tejemanejes de poder, sillones, influencias y vanidades; y aunque hay “familias” preocupadas, como la socialista, vuelven a ver todos los días, en distintas tesituras, a todos sus integrantes.

Esto no ocurre con la familia de nuestra convecina extremeña Manuela Chavero, de cuya misteriosa desaparición se han cumplido ya tres meses.
Y el flujo informativo sobre este trágico suceso no puede convertirse en modo alguno en una simple efeméride a recordar solo en fechas redondas, a lo que somos muy dados: ¿quién se acuerda ya del terremoto de Haití de 2010? Los huérfanos, la destrucción y el dolor permanecen, pero quienes no están concernidos solo lo recuerdan en los aniversarios al leer algún suplemento de prensa. Yo residía en Málaga cuando desapareció el niño pintor y viví de cerca las  movilizaciones de búsqueda, los comentarios en la cola del supermercado, vi su foto en muros y farolas, en los cristales de los taxis… y percibí también cómo se desdibujaba con el tiempo el interés, como el pabilo de una vela que va consumiendo lentamente la cera del consuelo; si la familia y los allegados de Manoli sufren de forma continuada esa desgarradora ausencia, merecen que nuestra solidaridad y nuestro ánimo sean también permanentes para ayudarles a mantener viva la esperanza, esa que decía Julio Cortázar que le pertenece a la vida, porque la esperanza es la vida misma defendiéndose.


  Tratemos de imaginar  el desasosiego que embargará al círculo más cercano a Manuela Chavero y remito a experiencias comunes. Casi todos, en alguna ocasión, hemos perdido momentáneamente a un niño/a que se suelta de la mano en la feria u otras aglomeraciones ¿recuerdan la ansiedad y la angustia de esos segundos que parecen horas? O la tardanza en llegar de un viaje en coche de algún familiar cuando no había móviles que avisaran del contratiempo que causaba el retraso… ¿qué tragedias comenzábamos a tejer en nuestro pensamiento? Pues calibremos lo que debe ser que transcurran no segundos ni minutos ni algunas horas, sino días, semanas y meses sin noticia alguna de un ser querido, donde la ausencia se manifiesta en cada instante, en cada lugar de la casa, en cada objeto que usaba.
En tragedias de este tipo tampoco puede primar la popularidad ni las preferencias de los medios informativos tentados a mantener vivas las audiencias: una desaparición es una desaparición, ante la que deben emplearse los mismos protocolos por parte de las autoridades y por tanto idéntico despliegue de medios.

     Monesterio y su comarca están volcadas en la búsqueda de Manuela Chavero, y hemos de confiar en la labor callada de los cuerpos de seguridad, pero no es suficiente: todos debemos aportar nuestro granito de arena en forma de solidaridad y apoyo. En este caso con esta columna que se dirige también a quienes sin duda saben algo de lo sucedido, algo bueno o –cabe la posibilidad- malo de este asunto, porque es inhumano mantener indefinidamente esta incertidumbre y zozobra en la familia, donde además hay dos hijas que la esperan. Todos somos Manoli, pero también mañana y pasado.