miércoles, 29 de noviembre de 2017

Acerca de la felicidad



   “Antes que ser infeliz prefiero ser sordociego”. Esta no es una sentencia propia de esas recopilaciones de máximas orientales; tampoco está sacada de un algún compendio de pensamientos de Paulo Coelho, ese escritor a quien se atribuyen falsamente en las redes sociales decenas de sensibleros párrafos para “reflexionar”. No. Lo pudimos escuchar en directo con arrasadora sinceridad  cientos de extremeños la semana pasada de boca de otro joven paisano, Javier García Pajares, al ser galardonado con uno de los premios “Extremeños de HOY” que otorga anualmente  este diario.
   Y desde entonces vengo dándole vueltas a este concepto tan universal y controvertido a la vez de la felicidad y a las causas que cotidianamente atribuimos a su ausencia. Somos infelices porque se chafa meteorológicamente un fin de semana propicio para una escapada; hay lunes que se asiste al centro de trabajo completamente infeliz porque se ha hundido la bolsa dejando nuestras inversiones suspirando, cuando nos deja una novia o novio… Se podría concluir entonces que la infelicidad surge cuando se pierde o tambalean status y cosas sobre las que teníamos expectativas positivas; es decir, que de no tener novia, intención de salir de finde o fortuna en la bolsa existirían menos posibilidades de sufrir fracasos que mermen nuestra felicidad.
    No existe en el mundo un concepto tan relativo como este. No hay más que ver la cara encendida de un niño del tercer mundo al recibir un cachivache, cuando lo más posible es que no tenga cubiertas las mínimas condiciones alimenticias y sanitarias. Concluyendo,  no se es más feliz por conquistar más posesiones. Ser feliz es autorrealizarse –como teorizaba Abraham Maslow con su pirámide motivacional-, poder alcanzar las metas propias de un ser humano aun sin ver ni oír, como en el caso de Javier. Lo que ocurre es que esta convicción está muy alejada de la extendida filosofía marxista (¡pero de Groucho Marx!) que dice que la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna… Cuando lo cierto es que la felicidad humana generalmente se logra con  esas pequeñas cosas de verdad que ocurren todos los días en lugar de con grandes golpes de suerte, que acaecen pocas veces.
   Gestionar nuestro día a día enfocándolo a la consecución de metas deseadas (como alcanzar una beca Erasmus siendo sordociego) puede estar en la base de esa búsqueda universal. Algunos psicólogos incluso han tratado de caracterizar el grado de felicidad mediante diversos tests, llegando a definirla como una medida de bienestar subjetivo (autopercibido) que influye en las actitudes y el comportamiento de los individuos. Las personas que tienen un alto grado de felicidad muestran generalmente un enfoque positivo del medio y se sienten motivadas para conquistar nuevas metas. La motivación de logro no se pierde por tener grandes carencias sensoriales o de otro tipo. Creo que quienes nos emocionamos el pasado jueves con la intervención de Javier hemos aprendido quizá que ser feliz no es fingir que lo somos ante los demás, como muchas veces se hace. Javier García Pajares nos ofrece con humildad una poderosa enseñanza llena de verdad, coincidente con Jean Paul Sartre: la felicidad no consiste en hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace.

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