El presidente francés Emmanuel Macron ha anunciado su intención
de restablecer el servicio militar obligatorio que se suprimió allí en 1996,
cumpliendo así una de las promesas de su campaña electoral. Aunque no ha dado
más detalles, parece ser que la duración sería muy corta y el formato muy
distinto al de la milicia tradicional. A este respecto, recordemos que Alemania
estudia también la implantación de algún tipo de servicio militar y ya lo han
implementado Suecia, Finlandia, Dinamarca y Noruega. Los países nórdicos suelen
ir a la vanguardia de las tendencias globales y me niego a creer que esa
decisión se deba únicamente al temor a las bravuconadas de Putin.
Es obligado aplicar
este debate a la situación española y considerar si aquí sería posible y/o
necesaria tal medida apelando a lo que hace ese ambiguo concepto llamado
“países de nuestro entorno” que se usa tanto como comparativa. Lo que está
claro aquí y en todos los países que tienen un ejército profesional es que el
formato de aquella “mili” que muchos hicimos sería impensable y absurdo. Con
una duración corta no hay tiempo para adiestrar ya a un soldado moderno,
estamos en la época de los misiles inteligentes y los drones no tripulados, la
tecnología ha cambiado los ejércitos y ya no hay conflictos con “cetmes” y
morteros de 81 mm. haciendo los cálculos en una hoja de cuaderno.
Por otro lado, recordemos que cuando Aznar suprimió el servicio militar
obligatorio en 2001 –decisión no exenta de cálculos electorales- la objeción de
conciencia se había convertido en un auténtico “choteo” para eludir el
servicio, con determinados territorios donde había más objetores que reclutas. Por
la misma razón electoral, el coste político de quien propusiera ahora una
vuelta a la “mili” sería inasumible ¿Qué no pasaría actualmente con la deriva
que hemos tenido en estos años? ¿Quién juraría la bandera de la patria si ya
cada uno tiene la suya propia? Un servicio militar obligatorio sería algo
trasnochado, pero no porque el concepto de patria pertenezca a otro régimen,
como algunos piensan erróneamente. Democracia y patriotismo no son en absoluto
conceptos antagónicos. El único sentido que yo vería en el restablecimiento de
algún tipo descafeinado y simbólico de servicio obligatorio, ya descartado por
inoperante e inútil el adiestramiento meramente militar y por francamente
difícil la pretensión de inculcar virtudes patrióticas a la población, sería
precisamente el adiestramiento y la instrucción en valores universales que no son
privativos del ejército, pero sí útiles en las situaciones de la vida al que
toda persona hace frente: la disciplina, el esfuerzo, el respeto, la
determinación, la aceptación de los rangos, el cumplimento del deber, la
convivencia con iguales, el compañerismo, la solidaridad y la ayuda mutua. Es
verdad que todo esto lo podía inculcar la escuela y otros estamentos sociales,
pero no suele ocurrir. Por ejemplo, los jóvenes participantes en el programa de
aventura Ruta Quetzal manifiestan que su experiencia de un par de meses les marca positivamente para
toda la vida.
Me temo que el tiempo de
la “mili” obligatoria pasó para siempre y el de las batallitas que contamos a
los nietos también se extinguirá a medida que los que pasamos por aquella experiencia
nos vayamos “licenciando”.
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