miércoles, 16 de mayo de 2018

Pureza de sangre


     El mercado laboral de nuestro país, a pesar de que las cifras de desempleo se han dulcificado desde los grotescos guarismos de los momentos más álgidos de la crisis económica, sigue adoleciendo de incapacidad para absorber las promociones de nuevos titulados universitarios, muchos de los cuales se ven abocados a encontrar su destino profesional en otros países. Se ha escrito ya mucho sobre lo que supone esta verdadera sangría de un segmento pujante y con formación, la parte más prometedora de la sociedad, joven y con capacidad de procrear. Somos, cada vez más, un país de viejos incapaces de ofrecer verdadera estabilidad a  nuestros futuros profesionales, en cuya formación se han invertido unos recursos que no nos sobran precisamente.
     Nuestros jóvenes ingenieros o sanitarios marchan pues a otros países, muchas veces con solo rudimentos del idioma de destino en la confianza de que la interacción en sus respectivos cometidos posibilite su dominio en breve plazo, como de hecho se produce siempre. Si grotesca es esta fuga de cerebros, no sabríamos cómo calificar el hecho de que dentro de nuestro propio país se rechacen a estos profesionales por cuestiones idiomáticas, algo que no hace Irlanda, Reino Unido, Portugal o Alemania. Parece que la señora Armengol quiere hacer de la comunidad balear una especie de franquicia de la Catalunya separatista más casposa, esa que exige pureza de sangre y ha empezado por no admitir profesionales que no dominen adecuadamente el catalán. Como si la capacidad de ser un buen especialista o cirujano se viera mermada por esta cortapisa idiomática inconcebible en un territorio donde, por cierto, el idioma oficial es el castellano. Resulta ya que cambiar de comunidad autónoma tiene consecuencias más frustrantes que marchar al extranjero. Además, ¿no dice la Constitución en su título I “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.?
     En la última promoción de médicos M.I.R., en la que hace poco los hospitales catalanes constituían el destino predilecto, se ha visto cómo las preferencias de los jóvenes titulados se han decantado por otros lugares. Por distintos motivos, en los concursos de traslados de policías quedan allí vacantes el 90% de las plazas, que deberán ser forzosamente cubiertas por personal de nuevo ingreso, como ocurría en el País Vasco en los tiempos sangrientos de ETA.  Y no parece importar que abandonen aquellas fronteras profesionales de élite ni empresas pujantes, que a buen seguro seguirán marchándose tras los principios dialécticos de ese nuevo President con cara de cartón, que ahora pretende borrar de su ADN su pasado comunicativo supremacista y excluyente (razones precisamente por las que ha sido elegido a dedo).
     Hubo un tiempo en el que para mí la azada era una herramienta extemporánea, hasta que me las vi ante surcos para habas y  agujeros para patatas; pero ahí estuvo siempre, en el rincón del desván.  Pues el artículo 155 debería de dejar de ser solo un recurso excepcional escondido en un cajón y convertirse en un habitual instrumento de reconducción hacia el cumplimiento de la principal norma de convivencia, mientras los quebrantos sigan siendo también habituales, sea en el sitio que sea. 

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