Soy funcionario (ahora en excedencia) por
oposición, aunque en la vida he hecho otras cosas. Con 19 años una tarde otoñal
tomaba el Lusitania Exprés que me dejaría tras cinco horas y media en Atocha,
cargado con una máquina de escribir; era la prueba final, para mostrar las
destrezas mecanográficas exigidas. Dormí en una pensión barata en los aledaños
de la Puerta del Sol, de aquellas con crujiente piso de madera, en habitación
compartida con un maletilla sonámbulo de Córdoba, lo recuerdo. Al día siguiente
recalábamos miles de opositores de la España centralista y menos mal que no se
suspendió la prueba por “irregularidades”.
El sistema de oposiciones para acceder a
la Función Pública, siempre que se garanticen esos ya tópicos principos de
igualdad, mérito y capacidad se ha demostrado el mejor y está instaurado desde
mediados del siglo XIX. Con Alfonso XIII se consolida además la inamobilidad
(eliminando las cesantías). Sin embargo las oposiciones siempre han estado
revestidas de un halo de sospecha y desconfianza, cargándose tradicionalmente
las tintas en los enchufes, los chanchullos y los enjuagues. Es injusto.
Si revisamos someramente las hemerotecas,
en Extremadura en los últimos años se han producido variadas incidencias en
este sistema de acceso que ayudan a mantener su leyenda negra; desde tener que
repetir una prueba por las múltiples impugnaciones de los opositores hasta
anular la oposición entera teniendo que intervenir los tribunales de justicia
(Enfermería del SES). Desde categorías de camarero-limpiador hasta psicólogos y
economistas. Desde denunciarse “íntima relación amistosa” de un opositor con el
tribunal (caso Mejuto) hasta “ememistad manifiesta” (FP de Mérida).
Entre
medias, un rosario de impugnaciones, sentencias y recursos que lo único que
hacen es retrasar y judiacializar los procesos, crear agravios comparativos y
sumir a los sufridos opositores en el desánimo y la impotencia, ya de por sí
amplificadas por el nivel de desempleo y las famosas tasas de reposición. La
perla ha sido recientemente tener que suspender un examen ¡porque faltaban las
hojas pares! (ATS-DUE). Es bochornoso que existan por ahí asambleas de afectados
y plataformas en redes sociales de tal o cual oposición, lo cual es síntoma de
que las cosas se están haciendo muy mal y está cundiendo el convencimiento de
que la Administración Autonómica, lejos
de garantizar la limpieza y el orden en los procesos selectivos, está
contribuyendo a su descrédito. No me refiero en exclusiva a las actuales
consejerías: la alternancia PP-PSOE en el gobierno regional ha propiciado esa
guerra para desprestigiar al contrario siempre con el pobre argumento de que
las oposiciones irregulares se convocaron bajo el mandato del otro.
Hay que valorar la reciente aprobación en
la Asamblea extremeña de una Propuesta de Impulso con varias medidas para
mejorar los procesos selectivos, pero me llama la atención que se exhiba como
un gran logro garantista “la suspensión de manera provisional de aquellos
procesos en los que se han denunciado irregularidades”. A mí me parece que lo
que hay que evitar son precisamente esas suspensiones y luchar denodadamente
contra la incompetencia que las provoca. Si el mal emana de la ineptitud de algunos
tribunales, buenas ganas que existan después todas las garantías jurídicas
imaginables. La chapuza ya está hecha.
No hay comentarios :
Publicar un comentario