miércoles, 1 de febrero de 2017

Efecto llamada



Este término se acuñó hace años, utilizándose por la oposición al proceso de regularización de inmigrantes que llevó a cabo el gobierno de Zapatero. El efecto llamada consistiría en la llegada masiva de  inmigrantes ilegales ante la supuesta benevolencia ofrecida por aquel proceso regulador. Después no existió ninguna constatación empírica que justificase aquel temor. Eso ya es agua pasada y el problema no existe, pero estamos ante una curiosa reutilización semántica del término “efecto llamada”, que lejos de abandonarse con el fenómeno extinguido que lo justificó,  se usa actualmente para referirse a la posible llegada de opositores de otras comunidades autónomas para optar a plazas públicas convocadas por la administración regional, como si esto supusiera otra “amenaza” al sistema.
     Tal vez el caso más emblemático lo tengamos en las oposiciones educativas y mi opinión pueda resultar redundante sobre otras ya manifestadas. Aclaremos que los cuerpos docentes tienen carácter estatal y los interesados en optar a estas plazas tienen el derecho constitucional a hacerlo en cualquier parte del territorio, existiendo concursos de traslados igualmente nacionales. Las comunidades que exigen el dominio de una lengua vernácula están más blindadas; pero dicho esto, no deja de resultar llamativo que en la región líder en tasas de desempleo se estén solicitando reuniones urgentes y recogiendo firmas para que no se convoquen oposiciones, y se mantengan un año más condiciones precarias e inestables para los docentes interinos, solo por el temor a que opositores de otras latitudes puedan “chafar” alguna plaza a los de aquí. Lo ideal sería celebrar oposiciones simultáneas en toda España, pero estas competencias transferidas se gestionan según las necesidades de cada comunidad, por lo que la movilidad interterritorial es un hecho. Ante esto, además de una falta de confianza en el talento de nuestros jóvenes titulados, esta actitud proteccionista  resulta opuesta a la finalidad del proceso selectivo: garantizar que los aspirantes más cualificados ocupen las plazas ofertadas, pues de eso se beneficiará en este caso la calidad de la enseñanza, con independencia de que ese opositor haya nacido en Almendralejo o en Cieza. Quienes se escudan  en este posible “efecto llamada” para intentar paralizar oposiciones muy necesarias por la temporalidad que sufre el sector educativo (incluso con especialidades con dificultad para encontrar docentes, lo que motiva que los alumnos estén sin profesor largos periodos) se sumen en un corporativismo no exento de  provincianismo: se entiende que luchen por que se convoque el mayor número de plazas posible, pero no que aboguen por que no se convoque ninguna con la esperanza de que en otro año venga menos gente. No tengo claro que minimizar ese efecto llamada –que nunca es avalancha- justifique postergar un proceso selectivo. Conozco casos de opositores/as extremeños que ante la raquítica o nula oferta han obtenido plaza en otra comunidad, aprovechándose del “efecto llamada” pero en sentido inverso, al igual que hacen los temidos opositores  que vienen de fuera. Ya volverán. He aquí una opción que parecen no contemplar los interinos que recogen firmas: buscar el futuro allí donde se vislumbre como alternativa plausible a esperar a verlas venir sin movernos de la silla. Antes del estado autonómico uno concursaba en toda España y no era nada dramático. Resultaba enriquecedor y la endogamia no constituía una prioridad ineludible.

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