Este
término se acuñó hace años, utilizándose por la oposición al proceso de
regularización de inmigrantes que llevó a cabo el gobierno de Zapatero. El efecto llamada consistiría en la llegada
masiva de inmigrantes ilegales ante la
supuesta benevolencia ofrecida por aquel proceso regulador. Después no existió
ninguna constatación empírica que justificase aquel temor. Eso ya es agua
pasada y el problema no existe, pero estamos ante una curiosa reutilización
semántica del término “efecto llamada”, que lejos de abandonarse con el
fenómeno extinguido que lo justificó, se
usa actualmente para referirse a la posible llegada de opositores de otras
comunidades autónomas para optar a plazas públicas convocadas por la administración
regional, como si esto supusiera otra “amenaza” al sistema.
Tal vez el caso más emblemático lo tengamos
en las oposiciones educativas y mi opinión pueda resultar redundante sobre
otras ya manifestadas. Aclaremos que los cuerpos docentes tienen carácter
estatal y los interesados en optar a estas plazas tienen el derecho constitucional
a hacerlo en cualquier parte del territorio, existiendo concursos de traslados
igualmente nacionales. Las comunidades que exigen el dominio de una lengua
vernácula están más blindadas; pero dicho esto, no deja de resultar llamativo
que en la región líder en tasas de desempleo se estén solicitando reuniones
urgentes y recogiendo firmas para que no se convoquen oposiciones, y se
mantengan un año más condiciones precarias e inestables para los docentes
interinos, solo por el temor a que opositores de otras latitudes puedan
“chafar” alguna plaza a los de aquí. Lo ideal sería celebrar oposiciones
simultáneas en toda España, pero estas competencias transferidas se gestionan
según las necesidades de cada comunidad, por lo que la movilidad
interterritorial es un hecho. Ante esto, además de una falta de confianza en el
talento de nuestros jóvenes titulados, esta actitud proteccionista resulta opuesta a la finalidad del proceso
selectivo: garantizar que los aspirantes más cualificados ocupen las plazas
ofertadas, pues de eso se beneficiará en este caso la calidad de la enseñanza,
con independencia de que ese opositor haya nacido en Almendralejo o en Cieza. Quienes
se escudan en este posible “efecto
llamada” para intentar paralizar oposiciones muy necesarias por la temporalidad
que sufre el sector educativo (incluso con especialidades con dificultad para
encontrar docentes, lo que motiva que los alumnos estén sin profesor largos
periodos) se sumen en un corporativismo no exento de provincianismo: se entiende que luchen por que
se convoque el mayor número de plazas posible, pero no que aboguen por que no
se convoque ninguna con la esperanza de que en otro año venga menos gente. No
tengo claro que minimizar ese efecto llamada –que nunca es avalancha-
justifique postergar un proceso selectivo. Conozco casos de opositores/as extremeños
que ante la raquítica o nula oferta han obtenido plaza en otra comunidad,
aprovechándose del “efecto llamada” pero en sentido inverso, al igual que hacen
los temidos opositores que vienen de
fuera. Ya volverán. He aquí una opción que parecen no contemplar los interinos
que recogen firmas: buscar el futuro allí donde se vislumbre como alternativa
plausible a esperar a verlas venir sin movernos de la silla. Antes del estado
autonómico uno concursaba en toda España y no era nada dramático. Resultaba
enriquecedor y la endogamia no constituía una prioridad ineludible.
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