miércoles, 18 de enero de 2017

Protestas juveniles



  Desde antiguo siempre ha habido momentos contradictorios en los cuales la sociedad de una región o zona geográfico-cultural ha estado en desacuerdo con un orden establecido que se hace caduco o no cumple ya las expectativas sociales; y esto ha causado la aparición de todo tipo de protestas, normalmente por parte de las generaciones más jóvenes, impulsivas e inquietas.
     Por  referirme a hechos que muchos hemos vivido, tal vez sea el mayo del 68 el paradigma por excelencia de la protesta ante unos parámetros sociales  obsoletos que habían dejado de responder a los requerimientos de los ciudadanos. Cierto que hubo protestas violentas, huelgas, etc., pero también es verdad que la paz y la no violencia fueron los símbolos del momento; además eclosionó una bella forma de mostrar el desacuerdo pacíficamente usando la música. La canción-protesta burlaba incluso prohibiciones de reunión anti-sistema en épocas sin libertad. Entonces se iba tan solo a un concierto a escuchar música a favor de la paz o en contra del apartheid… Joan Báez,  los Rolling Stones o el mismo Serrat lideraron una tendencia dinámica hacia los cambios que se demandaban.
     El caso es que con el tiempo estas protestas dulces se fueron desvirtuando y llegó un momento en el que, aniquilados los hippies con su romanticismo, surgió una juventud acomodaticia que, totalmente mimetizada con el sistema, ya no sabía contra qué protestar: vivían bien y había libertad. La música quiso seguir mostrando un enfrentamiento social postizo e impostado, usando tan solo el nombre de los grupos (una vez demolidas también las letras y melodías contestatarias del pasado): “No me pises que llevo chanclas”, “Dinamita pa los pollos”, “Mojinos escozíos”, fueron el contrapunto a Bob Dylan o Georges Moustaki  ante la nueva juventud sumisa y aborregada, nieta del 68.
   La tortilla se dio la vuelta no hace mucho y aquel joven mileurista postergado se ha convertido en un privilegiado. Hoy tenemos un 45% de desempleo juvenil que es una cifra obscena e insostenible, con jóvenes titulados ganando 700 euros. Pero ¿dónde se ha metido la juventud?  Es como si esa cifra de paro y esas condiciones laborales no fueran suficientes para que levanten la vista de sus malditos móviles y tabletas. En cualquier otro momento de la historia reciente estarían tomando las instituciones, reventando las universidades. Haciendo la salvedad del fugaz movimiento de acampadas del 15-M como remedo nostálgico de aquellos años, los jóvenes han desertado prácticamente de la calle. Ni siquiera la música es ya una espita de escape para crear frentes, pues los “novíssima” en cuanto a la protesta juvenil, ahora que  también se han pasado de moda los nombres estrambóticos de grupos musicales están en las redes sociales y las plataformas cibernéticas. En la web líder en peticiones (change.org) no solo podemos firmar por buenas y justas causas sociales, sino también para que pongan más chocolate en los cereales y cosas así. Es en las redes donde radica ahora el refugio del inconformismo social con miles de caricaturas de revolución que invitan a unirnos a grupos como “Esto deberían arreglarlo quienes lo jodieron” o, por ejemplo, “Se va a jubilar tu puta madre a los 67 años”. Eso es todo, amigos. Y pensar que algunos corrimos delante de los grises…

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