miércoles, 25 de enero de 2023

Gabriel y Galán y la subida de las pensiones

   Cuando el año pasado el gobierno se cerraba en redondo a incluir las pensiones en el fracasado “pacto de rentas” (al menos las más elevadas) y seguía erre que erre ligando su incremento a la inflación, que finalmente ha sido de ese 8,5 %, ya se podía entrever que habría gato encerrado y que esa subida, reflejada en una ley, obedecía también a una medida de ingeniería comunicativa para el año electoral entrante, pues nueve millones de pensionistas son un activo nada desdeñable en las urnas. Lo que nunca escuchamos en las numerosas comparecencias de José Luis Escrivá y resto de ministros y ministras incluido el propio presidente cuando eran interpelados al respecto de ese incremento en las pensiones era la cara B, es decir, los planes gubernamentales de subida del IRPF, que en muchos casos ha mermado sustancialmente susodicho incremento. Según algunos cálculos, las arcas del Estado se van a nutrir en 2023 con unos 2.500 millones de euros que los pensionistas aportarán de más con respecto al año anterior, con cargo al “generoso” incremento recibido. Yo te doy más, pero para que me lo devuelvas en forma de impuestos.


    Con ello se consigue publicidad positiva de cara a la galería electoral al mismo tiempo que dispara la recaudación. Díganme si eso no es ingeniería. La carta que el ministro Escrivá ha enviado al colectivo anunciando la revalorización, para muchos pensionistas, en especial los que se mueven en el entorno de la pensión máxima, supone un incremento en la retención fiscal de más de 6 puntos, con lo que su pensión neta mensual será similar (y en algunos casos inferior) a la percibida el año pasado. Sí, cosas de los algoritmos fiscales, con el agravante de que esa retención es escasamente recuperable en su declaración de la renta al haber pasado parte de sus ingresos a un tramo de superior tipo impositivo. Los jubilados que reciban su primer pago del año en estos días se preguntarán qué ha pasado con la subida del gobierno, pues no les salen las cuentas. Y seguirán sin salirles cuando hagan su declaración anual.


    Este fenómeno se llama técnicamente “progresividad en frío”, que unido a la inflación subyacente -anclada en cifras insostenibles- hace que el poder adquisitivo de la ciudadanía, y de los pensionistas en particular, no mejore significativamente con una subida en principio estimable, cuando tienen que afrontar mayores impuestos y un 15 % más en los precios de los alimentos.

   Decía Gabriel y Galán: “Pues el mozu empringó tres papelis / de rayas y letras, / y pa ensenrearsi / de aquella maeja, / ijo que el aceiti que a mí me tocaba / era «pi menus erre», ¿te enteras?”. Pues algo muy parecido ha sucedido con la subida de las pensiones este año: “pi menus erre”, o lo que es lo mismo: “¿ondi está el incrementu de la mí pensión?”