miércoles, 1 de septiembre de 2021

Réquiem por la Atención Primaria

 (Publicado en Diario HOY de Extremdura, 1 septiembre 2021)

  Hace tiempo que no aplaudimos a los sanitarios a las ocho de la tarde.  Las ventanas y balcones se quedaron pronto huérfanos de aquellos admiradores que, ya felizmente desconfinados, se  acicalan a esa hora para salir a las calles y  disfrutar del paseo y las terrazas; incluso botellones a partir del “juernes”. El coronavirus ha pasado a ser un vecino peligroso, pero con el que se convive con resignación sin modificar sustancialmente nuestros hábitos. Además estamos vacunados y morir por Covid 19 es algo que les suele pasar a los demás. Sigue habiendo altas cifras de contagios y las llamadas “olas” se seguirán sucediendo, pero bueno: ahí están los médicos.



   Efectivamente, ahí están los médicos de familia en los centros de salud, una especialidad elegida, bien vocacionalmente por la cercanía a los pacientes, bien porque no les llegó la nota del MIR para cirugía cardiovascular. Esos sanitarios llevan año y medio sin aplausos a pesar de que la ratio de pacientes diarios atendidos ha pasado de treinta a más de ochenta.  Por consiguiente la calidad asistencial es paupérrima, muy a su pesar, y aquel ya lejano juramento hipocrático es una quimera de ciencia ficción. El teletrabajo de un médico resulta aberrante: por teléfono no se puede explorar ni  diagnosticar, aumentando la incertidumbre y la responsabilidad.


La sobrecarga de trabajo es insostenible, siendo frecuente que en los ambulatorios la plantilla de facultativos esté casi en la mitad entre aislamientos, bajas y vacaciones, pues el permiso anual no lo da la Administración, sino que se los dan unos a otros asumiendo las consultas sin médico. La atención primaria debe ocuparse también del control administrativo de la pandemia, prolongando la jornada de trabajo para labores de rastreo y seguimiento, por un precio inferior a lo que cobra por hora un empleado de limpieza. A los no titulares, con idéntica dedicación, se les escamotean complementos salariales en contratos laborales leoninos. Y tienen que ir a los centros de vacunación fuera de su jornada. Y hacer guardias porque la gente se  pone mala también por la tarde y noche. Y tienen que hacer servicios de ambulancia porque no hay más médicos…

   Los médicos de familia son humanos, sufren la falta de medios y las deficiencias escandalosas de gestión. También padecen ansiedad, depresión y síndrome de Burnout. Las bajas laborales se han duplicado y los mayores (que dicen no haber visto jamás tal devaluación de la  profesión)  deciden jubilarse. El colapso de la Atención Primaria está a la vista y en varias comunidades están surgiendo iniciativas drásticas por parte de los facultativos, incluso la vía judicial ante una praxis y condiciones laborales intolerables.

  Como todo lo relatado sucede en Extremadura, echamos de menos que en alguna comparecencia el señor Vergeles, con su reposada, repetitiva y estudiada parafernalia comunicativa, sacara sus papeles y nos leyera también estas otras estadísticas, no ya para volver a aplaudir a los médicos a las ocho de la tarde, sino sencillamente para comprender mejor su semblante cuando nos atienda en consulta.

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