jueves, 7 de octubre de 2021

Maltravieso II: ahora o nunca

 

    Mi padre colgó el teléfono (de aquellos negros de pasta) con gesto grave y contrariado. “Tengo que ir a Maltravieso –dijo-, otra vez han reventado el candado, ¿a quién le toca venir?”. Era mi turno. Montamos en el seiscientos y, tras pasar por la ferretería “Los sobrinos”, nos encaminamos al emplazamiento de la cueva; aquello estaba todo lleno de barro, olía a animal muerto y montones de escombros adornaban la entrada. Ya en el interior, la temperatura descendió varios grados, y el olor mutó a una simbiosis poco agradable de humedad mezclada con humo de fogatas. Tropecé con una botella vacía de anís “El Mono” mientras mi padre me mostraba una de aquellas misteriosas manos mutiladas: “esta es de un niño como tú –dijo, sin separar la vista de la pared-, un niño que vivió aquí hace casi 30.000 años”.

    Entrada actual a la Cueva

   Han transcurrido unos 57 años desde aquel episodio. Por las  mismas fechas se cerraba al público la cueva de Lascaux, en el sur de Francia, para preservar del CO2 humano los tesoros artísticos de la Prehistoria que contiene. Pero la cueva de Maltravieso continuó siendo “visitada” durante 40 años más: detritus, humos, basuras, excrementos y grafitis en las paredes fueron los compañeros advenedizos de aquellas sufridas pinturas que dormitaron calladas durante milenios en un habitáculo virgen y herméticamente cerrado.

     La expresión “tenemos una deuda con Maltravieso” manifestada recientemente por el alcalde y el edil de Turismo del Ayuntamiento de Cáceres, no puede ser más certera. Y la idea de acometer la creación de una neocueva en el enclave del yacimiento aprovechando el flujo de los fondos europeos de recuperación y resiliencia es una oportunidad única que no podemos dejar escapar.

Pinturas de manos datadas en 66.700 años

Según las últimas investigaciones, Maltravieso, con pinturas de más de 66.000 años (que señalan como autor al hombre de Neandertal),  es la cuna del arte de la Humanidad, cosa que no sucede ni en Altamira, ni en Chauvet ni en Lascaux, que sin embargo llevaron a efecto cautivadores proyectos museísticos con réplicas exactas que atraen a decenas de miles de visitantes. La insuficiencia del actual Centro de Interpretación es patente, y la tecnología ya permite crear una reproducción fidedigna del interior, donde se desarrollarían distintas ambientaciones para recrear la época neandertal donde fueron efectuadas las pinturas: restos y utensilios de aquellos remotos cazadores-recolectores, la penumbra de la cueva, incluso la temperatura de aquellas etapas interglaciares pueden hacer aflorar una experiencia sensorial seductora como manifiestan, por ejemplo, los visitantes de Lascaux IV.
Aspecto del interior en 1994

     La fragilidad del arte rupestre ha hecho que corran serio peligro verdaderas maravillas artísticas que albergan las cuevas, debido sobre todo  a la sobre explotación turística. Maltravieso es un caso atípico, pues no ha tenido tantas visitas, llamemos cívicas, sino exceso de vandalismo. Cerrar una cueva por estos motivos –como se hizo aquí hace veinticinco años- es fácil, pero la población tiene derecho a conocer el patrimonio cultural que nos  legaron nuestros ancestros; y eso ya se puede llevar a cabo con estrategias interpretativas fidedignas que la tecnología ha desarrollado. La inmersión del visitante en aquellas lejanas etapas iniciáticas de la Humanidad puede constituir esa oportunidad enriquecedora y emocionante de saldar definitivamente la enorme deuda colectiva con el maltratado vestigio maltraviesense, además de convertirse en un activo turístico de primera magnitud del que se beneficiaría la propia ciudad. Animo a los promotores de la idea a no desfallecer y desde aquí ofrezco mi humilde contribución, si fuera necesario.

La cueva de Maltravieso, en 1960


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