jueves, 17 de noviembre de 2022

Cáceres 2031

 

     Todavía son tímidas las voces que abogan por intentar una nueva candidatura cacereña para la capitalidad cultural europea en 2031, donde habrá una ciudad española con ese título. El varapalo de 2010 caló muy hondo en el ánimo extremeño, y es lógico que existan reticencias a pasar por un trance similar.

   En Psicología Social hay varias concepciones teóricas sobre la correcta gestión del fracaso.  Básicamente, conviene reconocer los fallos y las limitaciones, porque cometer errores y no responsabilizarse de ellos constituye una incapacidad que puede perpetuarse. Se llegó a decir infantilmente: “ellos se lo pierden”. Pero bien mirado, el fracaso es un paso ineludible para el avance en todos los órdenes. Lo dijo Roosevelt: “en la vida hay algo peor que el fracaso: el no haber intentado nada”. Han pasado 12 años desde aquel batacazo y hay perspectiva temporal suficiente para no caer en apasionamientos estériles; además, la posición de Cáceres en la actualidad es infinitamente mejor a la que tenía en 2002, cuando se inició la andadura anterior (prácticamente solo teníamos la ciudad antigua y el Womad), pues parte de la transformación urbanística y cultural pretendida ya se hizo con los fondos económicos recibidos, presupuestos públicos o con iniciativa privada: el palacio de congresos (reformando el antiguo auditorio), el parking subterráneo en Clara Campoamor, el museo Helga de Alvear, Escuela de Arte Dramático, reformas importantes como la de la Plaza Mayor y otros espacios, ampliación del Parque del Príncipe, peatonalización progresiva del centro, y esperemos también que la Alta Velocidad dentro de poco. Otras realidades son ser ciudad referencial en tecnología de mínima invasión, e investigación y almacenamiento energético. Los proyectos en marcha completarán esa transformación con el eje verde de la Ribera del Marco y la neocueva de Maltravieso, la reforma integral del Museo de Cáceres, la conclusión de la Ronda Sur-Este, la autovía Cáceres-Badajoz y otros que a buen seguro se acometerán en la presente década. Excluimos la mina de litio, el centro budista y el aeropuerto, por quiméricos.

   El sector de la hostelería creció espectacularmente consiguiendo ser Capital Gastronómica en 2015 (venciendo a otras importantes candidaturas). Hoy Cáceres es un destino gastronómico de primer orden y con una oferta cultural que la posiciona también en el “top ten” nacional. Paralelamente, el turismo experimenta año a año crecimientos estimables en cifras absolutas y pernoctaciones. Y lo de tronos y dragones. A nadie extrañará, pues, que Cáceres vuelva a optar al nombramiento con muchas más garantías.


     Ahora bien, como de los fiascos se aprende, deberemos mejorar lo que entonces flaqueó; hará falta gestión competente de montantes presupuestarios suficientes, apropiados y equilibrados, presentar una oferta cultural rompedora, con objetivos concretos pero creíble para cualquier jurado, tener un ente regional con personal directivo cualificado, unas estrategias de comunicación avanzadas,  selección de técnicos y consultoras externas con amplia experiencia en estos eventos, patronos y padrinos de garantía, un vídeo promocional un poquito mejor… Muchas cosas ¿eh? Pues claro, al Mundial también se acude con la mejor selección posible. En la anterior ocasión nos lo creímos: eso ya sabemos hacerlo; ahora habría que luchar también contra el descreimiento inherente a aquel fracaso.

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