El mundo se despertaba ayer incrédulo de la noticia que adelantaban los boletines y las agencias informativas. El enemigo público número uno, el adversario sangriento de los americanos y el principal azote de la Humanidad había caído al fin bajo las balas sofisticadas de la CIA , como esas piezas huidizas que al ser abatidas ponen fin a una larga montería. Admitiendo que para casi todo el orbe no es una mala noticia, todavía me pregunto si están realmente justificados los jolgorios masivos que enseguida provocó el conocimiento de su muerte. Por muy malo que fuera, se trata de un solo hombre. Es como si en la Edad Media se hubieran celebrado fastos porque alguien hubiera dicho que había matado, por fin, a Lucifer (y de haber existido entonces americanos es seguro que hubieran puesto precio a su cabeza).
En los tiempos que corren cabría esperar que los hombres ya no necesitaran personificar el concepto del mal en un personaje de carne y hueso susceptible de ser matado, pues los males que aquejan al mundo globalizado en que vivimos son desgraciadamente mucho más insondables y escurridizos, no siendo posible acabar con ellos a tiro limpio. El horror de las Torres Gemelas mitificó a Bin Laden en esta trágica película, y
Por una vez (y sin que sirva de precedente) discreparé del pensamiento que subyace en tu post. Bin Laden no era solo un tumor, sino un cáncer terminal. Era la personificación del odio sinsentido contra todo lo que no fuera su mismo y exacto modo de pensar, el principal animador del odio del salafismo más radical. Tampoco era solo el adversario sangriento de los americanos. En España, un 11-M, dejó 200 muertos y decenas de miles de corazones rotos. Yo sí creo que estaban justificados los jolgorios generalizados.
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