Desde siempre, y al hacerse patente nuestra incapacidad para imponernos cuando los niños pequeños se portan mal, acostumbramos a amenazarles con la llegada de un “algo” desconocido cuya sola mención es suficiente para que coman o se vayan pronto a la cama, y esta práctica –que suele funcionar, aunque con la censura de los psicólogos - ha estado vigente desde tiempo inmemorial, solo variando la identidad del supuesto terrible visitante según la época o el lugar. Recuerdo todavía con una reminiscencia antigua de pavor aquel “que viene el hombre del saco” o el “coco”. En zonas rurales era más frecuente que viniera el lobo o incluso “que vienen los maquis”. Y es sabido que en los Países Bajos se emplea todavía el recuerdo del Duque de Alba como figura demoníaca para atemorizar a los pequeños.
Bien, los tiempos han cambiado. Es posible que ya los niños, con su dominio de las nuevas tecnologías y un mejor nivel de información no se asusten ni con las carantoñas de Acehúche. Y esos temores ancestrales los hayamos “heredado”, por el contrario, los mayores, acuñando nuevas figuras capaces de espantar, adaptadas a nuestros temores. Nuestros pecados no son comer mal o remolonear para no acostarnos, sino no cumplir con otros deberes impuestos por papá Europa, como no llegar a los guarismos de déficit público estipulados. Ahora mismo, y si hemos de hacer caso al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, nuestra situación es “muy crítica”; no sabemos muy bien si esta delicadísima posición se esgrime y exagera para justificar el ajuste brutal aprobado en los presupuestos públicos para 2012 o es que realmente hay cosas que se nos esconden, como una próxima intervención por parte de la Unión Europea ante el cariz y la deriva que lleva nuestra maltrecha economía. Si las medidas adoptadas por el gobierno de Rajoy, lejos de reactivar el mercado interno y el crecimiento lo que producen es un mayor marasmo, una contracción espectacular del consumo y una subida del desempleo (como parece que va a suceder), esos engendros sin rostro aliados del hombre del saco o el Duque de Alba, que son “los mercados” propiciarán la llegada de altos funcionarios de la Unión Europea (UE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), la llamada y temida “troika” encargada de fijar las condiciones de un eventual rescate. La cuestión estriba en valorar cuánto tiempo considera Europa prudente esperar a los resultados positivos de los ajustes en España para que llegue la hora.
A mí, dentro de mi ignorancia macroeconómica, me mosquea que se esté engordando cada dos por tres el fondo de rescate europeo y se me ocurren dos reflexiones. Una: ¿tan importante es llegar a ese 5,3% de déficit, aunque para ello haya que llegar en un año con seguridad a seis millones de parados y quince millones de pobres? Y dos: ¿qué fue de la soberanía nacional? Nuestros gobernantes –no importa ya de qué partido- son unos auténticos mequetrefes convertidos en marionetas, cuyos hilos son movidos por Bruselas. Qué pena, porque estamos expuestos a las más inimaginables piruetas de estos monigotes con el exclusivo objeto de que no venga la troika.
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