jueves, 31 de diciembre de 2015

El maletín del fontanero



Me inquietan las opiniones que inciden en un cambio de sistema para acabar con la corrupción. Quienes hemos crecido en un sistema somos reacios al cambio. Me suelen inquietar porque seguramente tienen razón. A todos nos alarman aquellas aseveraciones a priori contrarias a nuestras convicciones, pero que horadan peligrosamente los cimientos de conceptos que creíamos fijos y válidos. Javier Cercas ya me hizo reflexionar cuando dijo que “la corrupción no nos la hemos inventado nosotros, (...); existe desde que el mundo es mundo: los seres humanos somos así. El problema, por tanto, no son los corruptos: el problema es el sistema que no impide o que alienta la corrupción; hay que cambiar a las personas, pero antes hay que cambiar el sistema. Lo difícil no es cambiar a los mangantes por personas decentes, sino impedir que las personas decentes se conviertan en mangantes”.
     Ahora bien, ¿ese cambio de sistema consiste solo en promulgar nuevas leyes? Parece que no. Por ejemplo, mañana hará treinta años que se implantó en España el IVA, y sin embargo el fraude en este impuesto se calcula que supera los 15.000 millones de euros anuales. ¿Quién no le ha dicho con toda naturalidad al taller o al albañil “me podías quitar el IVA”? Con esa misma naturalidad los suegros de Francisco Granados le dijeron a la Guardia Civil que el maletín con un millón de euros encontrado en su domicilio podía ser del fontanero.
Solo hay una diferencia cuantitativa entre casos, pero el germen del problema es el mismo. Por eso también me hacen un poco de gracia los partidos “limpios” que exhiben esa especie de pureza de sangre medieval, pues el grado de su limpieza solo puede atribuirse a que son neófitos en cargos públicos, y se les podía decir aquello de “no sois un hermoso copo de nieve individual. Estáis hechos de la misma materia orgánica corrompible que todos los demás, y todos formamos parte del mismo montón de abono”, que dijera el polémico novelista Chuck Palahniuk, autor de El club de la lucha.
    A mí me parece que existen ya muchas leyes que castigan a los corruptos, pero no tantas que impidan que se delinca. El código penal se aplica mucho más que el código ético que debe imperar en las sociedades, y esto, en efecto, es un grave problema del sistema. Sí. El sistema es el que ha posibilitado que políticos se corrompan ocupando las más altas instancias económicas internacionales. O que clanes familiares se convirtieran en mafias globalizadas a golpe de mordida.
O que tesoreros evadan a Suiza las comisiones de “donantes”; o que servidores públicos  esnifaran cocaína a cargo del dinero para los parados. Y todo eso ha pasado habiendo leyes. La regeneración democrática que ahora llevan en su ideario todos los partidos es un pastiche de lo que haría falta, pero reconozco que vamos estando viejos para revoluciones y cambios de sistema. Lo de año nuevo vida nueva sigue siendo una quimera.

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