“La forja de un rebelde” de Arturo Barea, representó
para mí una lectura cruda para entender
la sociedad española de principios del siglo XX. Pero si no les apetece el
relato áspero de lo bárbaro donde se fabrican los descreimientos de una vida abrupta, sino que prefieren
sumergirse en ese remanso de calidez y pureza donde el tiempo transcurre con la
gozosa frugalidad que imprimen las pequeñas cosas, si quieren saborear cada
línea con el deleite de un niño que se recrea comedidamente en su golosina,
entonces les sugiero que asistan mejor a la forja de un poeta.
Basilio Sánchez |
En “La creación del sentido” (Pre-textos,
2015), Basilio Sánchez usa como nadie la poesía en prosa para llevarnos a la
reflexión y a la búsqueda de esa trascendencia olvidada que anida en el
silencio de los recuerdos, porque “una gota de agua en la memoria es del tamaño
de una ola pequeña”. Es un libro para imitar los pasos del autor aplicando su
introspección a nuestra propia experiencia, aunque descubramos –seguramente con
un cierto naufragio- que en nuestro devenir no se ha forjado poesía sino otras
cosas…
Basilio Sánchez, reputado poeta cacereño y
narrador sublime como este libro demuestra, fue compañero de colegio de este
modesto columnista, y llegamos a compartir algunas aventuras de campo por
nuestra afición a la arqueología, ya en ese tránsito paulatino de la niñez a la
pubertad. A ello hace referencia en el capítulo donde rememora sus
inclinaciones infantiles por la magia incitante de lo antiguo, llegándose a
preguntar en referencia a mi persona “¿qué se siente jugando en los jardines
entre basas y fustes de columnas, sobre las inscripciones de las lápidas?, ¿qué
pensamientos rondan por la cabeza de un muchacho que se pasa las horas en el
despacho de su padre entre carpetas y mapas topográficos, entre libros de
arqueología e historia, de astronomía y de botánica?”.
Estas cuestiones me han
hecho divisar de otra manera mis arcaicos recuerdos, tratando de redescubrir aquellas
emociones que la adultez ha ido destruyendo en su atropellado acontecer. Me
gustaría responderle a Basilio que experimentaba un infrecuente gozo al
identificar el nombre del emperador
Trajano o de Teodosio frotando con
bicarbonato la pátina secular de una moneda romana;
No hay comentarios :
Publicar un comentario