miércoles, 7 de julio de 2021

Jóvenes ¿culpables?

     Los datos epidemiológicos de los  últimos  días en cuanto a tasas de contagio e incidencia acumulada de la pandemia, arrojan cifras descontroladas que hasta cuadruplican las tendencias que se registraban hace tan solo un par de semanas y que nos encaminaban con optimismo hacia registros de nueva normalidad en buena parte del territorio.  Pero ahora estamos inmersos en una auténtica quinta ola del coronavirus protagonizada en un altísimo porcentaje en la población entre 15 y 30 años.

   Y, claro, irrumpen los analistas y tertulianos de turno para considerar diversas razones que expliquen este fenómeno, con su cohorte de responsabilidades y culpas. Desde algunos medios próximos ideológicamente a la oposición, la culpa es del gobierno, como no podía ser de otra manera: que si se están incumpliendo las previsiones de vacunación para alcanzar la inmunidad de rebaño (aunque se pongan más de setecientas mil dosis diarias), que si el estado de alarma debería haber continuado… Otros, enarbolando esa estúpida asepsia que no conduce a nada, utilizan  eufemismos manidos con objeto de diluir responsabilidades sin señalar a nadie: son los abanderados de culpar a “la sociedad” de todos los males, una especie de cajón de sastre donde tienen cabida desde la hostelería hasta la “fatiga pandémica” de la población, pasando por la mayor tasa de contagio de la variante delta.

   Y, finalmente, están los proscritos con mala  prensa que señalan la actitud de los  jóvenes a la hora de divertirse, a su falta de responsabilidad como la base fundamental de esta espectacular escalada de incidencia. Parece como si focalizar el objetivo en el comportamiento juvenil constituyera una herejía imperdonable. Sí, proscritos porque a pesar de manejar la objetividad y la obviedad como principal argumento, son tachados de “criminalizar” a la juventud. Reconozco que aquí el mayor peligro es generalizar.


Efectivamente, no todos los jóvenes en ese tramo de edad se comportan irresponsablemente, pero  sí un porcentaje estimable, yo diría que superior a los cumplidores. Existe una tendencia proteccionista en exceso hacia nuestros hijos que perdura incluso cuando ya no son tan niños y tienen autonomía, formación e información suficiente sobre lo que se puede  -se debe- y no se puede hacer. Son esos padres y madres de niñatos hedonistas con tarjeta de crédito que acusan de “secuestrar” a sus hijos por el hecho de confinarlos en un hotel-burbuja, posiblemente los mismos hijos e hijas que suben botellas de alcohol a sus habitaciones con una sábana anudada. Los partidarios de culpar a “la sociedad” dirán que los hemos acostumbrado a relacionarse de esa manera gregaria y desbocada, que se les ha privado en el confinamiento de sus ímpetus naturales… No, señores. En una situación de emergencia, el civismo siempre debe ir por delante de los ímpetus, en jóvenes o en viejos. En Alemania no existe límite de velocidad en muchos tramos viales, y no por ello se circula a 180. Seamos realistas, muchas veces se nos ha tachado a los adultos de haber fallado a los jóvenes, seguramente con razón. Ahora ellos nos están fallando a nosotros.

 

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