Etimológicamente el término “patria”
deriva del latín “patris” o tierra
paterna. Por extensión suele designar la tierra natal y también adoptiva a la
que los individuos se sienten vinculados afectivamente por diversos motivos:
históricos, culturales,
tradiciones, idioma común, etc. El origen de este
concepto de patria hay que buscarlo en la Edad Media, pero sin designar todavía
al Estado, pues el sentimiento nacional nace posteriormente. En Occidente será
la Iglesia el vínculo de los territorios diocesanos con los obispos como “pater patriae”. Las cruzadas afianzan el
sentimiento patriótico religioso y morir por Dios, por la patria (pro patria mori) se convierte en un
honor que más tarde heredarán las naciones, como Francia, donde Juana de Arco
encarna este sentimiento popular. Después de este origen religioso, el
patriotismo se afianzará en contra de la Iglesia, debido a los abusos de Roma y
las imposiciones que pretende en los territorios, sería el caso de Inglaterra.
Este concepto, independientemente de su
origen ha ido atesorando a lo largo del tiempo una serie de connotaciones
ideológicas y políticas que lo hacen
difícil de interpretar desde un solo punto de vista. El cáncer moderno del concepto de
patria es su uso propagandístico generalizado. La idea de patria, cuando no
existe una marcada sensibilidad social hacia ella, es muy fácil de establecer y
reforzar mediante el adoctrinamiento, la educación e incluso las leyes. Los que
ya tenemos cierta edad estudiábamos en el colegio una asignatura que se llamaba
sin ambages Formación del Espíritu Nacional donde se ensalzaban las glorias
imperiales y los símbolos patrióticos.
Esto es muy típico sobre todo en las
dictaduras.
A mi modo de ver el ideal de patria sería
aquel que consigue compatibilizar sin conflicto los sentimientos de pertenencia
a ámbitos sociales, culturales o territoriales de manera natural, porque puede
perfectamente haber patrias dentro de otras. Uno puede sentirse muy
identificado con su lugar de nacimiento o patria chica, pero también con su
región y con su país, reforzando cualquiera de ellas sin ruptura emocional con
las otras. Ahora bien, esa naturalidad se termina en el momento en que en un
territorio se instaura una norma que, por ejemplo, sanciona a los
establecimientos que ponen un rótulo en castellano, aunque sea este el idioma
oficial del Estado, convirtiendo la lengua en elemento de discriminación y
segregación. O cuando desde el poder se lanzan proclamas del tipo “España nos
roba”. La patria se convierte entonces en un pretexto; un concepto basado en el enfrentamiento y en la
exclusión de todo lo que se considera ajeno
para fortalecer lo identitario con fines espurios o meramente economicistas.
Estaríamos
ya ante una especie de dictadura ideológica que cala muy bien en las masas y
las hace fáciles de de sacar a la calle, porque siempre se persuade mejor con
sentimientos que con razones, cosa típica de los caudillos como se vio en la
Alemania nazi. Estas
son ya las patrias enrocadas con
intereses que empequeñecen su significado, precisamente las que también generan
el racismo y la xenofobia.
Me parece muy buen articulo sobre la patria. Hoy dia hay también un sentirse ciudadano del mundo y no de una ciudad, una región o un pais, este seria el internacionalismo, que tal vez sustituya en el futuro a los nacionalismos. En cuanto a España y como tu bien dices nos adoctrinaron para ser nacionalistas españoles y hay muchos que los son y se enfrentan con dureza hoy dia a los nacionalista catalanes hace tiempo, hace tanto tiempo que en aquella epoca los nacionalistas catalanes eran considerados una extrema minoría, esos también han colaborado al creciemientos del nacionalismo catalán y el separatismo, recordemos las campañas contra los productos catalanes o como se ha hablado siempre mal en Extremadura y otros lugares de Cataluña y los catalanes, culpandoles de llevarse los productos extremeños para transformarlos, como el corcho
ResponderEliminarEstoy de acuerdo. Nuestra generación (más la de nuestros padres) ha vivido un nacionalismo inducido por las estructuras de la dictadura, que prácticamente prohibió cualquier manifestación de identidad periférica. Pero es que ahora la cosa se ha dado la vuelta, y la misma intransigencia veo yo en Cataluña respecto a lo español, se reproduce el mismo cáncer excluyente que criticábamos del franquismo. A eso me refiero cuando hablo aquí de dictadura ideológica. No hemos avanzado mucho, a pesar de las libertades que nos trajo la democracia.
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