miércoles, 11 de enero de 2012

Salarios

    El tránsito de un año a otro ha estado marcado por un flujo informativo con el salario como protagonista. Es sabido que esta forma de denominar al sueldo de un trabajador viene de la antigua Roma, donde se pagaba en sal –salarium- a los soldados del Imperio. Así, en estos días, y de forma voluntaria, la Casa Real española hacía públicas las asignaciones económicas que perciben sus miembros, circunstancia que ha dado pie a ríos de tinta y comparaciones varias.
   Pero también el Gobierno decidía que no subiría el salario mínimo interprofesional, fijado en 641 euros;  tengamos en cuenta que el IPC ha subido un 2,9%, por lo que esta congenación supone una merma virtual, y en todo caso muchos de los que lean estas líneas no llegarían ni al día 10 con esta cantidad. Por último, el Banco de España obligaba a publicar las remuneraciones de consejeros y altos cargos de las cajas de ahorro ante la alarma causada por los datos económicos conocidos de algunos de estos personajes, cuyas entidades han recibido cuantiosos fondos públicos. Existen cientos de consejeros con un salario superior al del Rey. Se ha conocido, por ejemplo, que en los últimos seis años la remuneración media a consejeros creció un 80%, mientras el beneficio cayó un 27%. Rodrigo Rato, presidente de la fusionada Bankia, percibe unos 3 millones de euros entre retribución fija y variable, todavía lejos de los 4,9 de Botín o los 5,3 de Francisco González, sin contar sus planes de pensiones. Hablando de salarios en sentido prístino y originario del término, como para enterrarlos literalmente en sal, como se hace con los jamones. Aunque las entidades de estos dos últimos presidentes no han recibido ayudas públicas, quedémonos con el dato de que con el sueldo anual de los tres presidentes en salmuera citados podrían contratarse y pagarse cerca de dos mil trabajadores con salario mínimo.
   Más sobre salarios: los empleados públicos tampoco verán incrementado su estipendio, esto unido al aumento de su jornada laboral y a la subida de las retenciones fiscales, hará decrecer también virtualmente su ya castigado potencial económico. Y en cuanto al resto de trabajadores, muchos de los cuales están con su convenio congelado en espera de las reformas laborales, ídem de ídem. En definitiva, habitamos un país de salarios congelados, a excepción de algunos “salados” que han conseguido eludir esta ola invernal. Y esto da pie a afrontar una reflexión continua acerca de la proporcionalidad de las medidas que se toman para aminorar unos desequilibrios que producen empobrecimiento de grandes masas ciudadanas. La subida de impuestos y retenciones, por muy proporcionales que sean, recaen siempre en los mismos conjuntos de asalariados. Si se mantienen estas desproporciones seguiremos teniendo la percepción de que no existe un sacrificio colectivo para salir del atolladero. Nos engaña un gobierno de izquierdas que hace políticas de derechas, de la misma forma que uno de derechas que toma decisiones contrarias a lo que prometieron a sus votantes. O todos moros o todos cristianos, de lo contrario la picaresca y el fraude campearán por saecula saeculorum, y la clase política cada vez será mças un problema en las encuestas.

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